¡Muy buenas tardes!
Abajo podéis leer algunos de los relatos compuestos por el alumnado de 1.º A. En ellos tenían que incluir necesariamente las palabras que seleccionaron al azar en sus libros de texto.
¡Los resultados han sido fantásticos!
Relato de Juan Antonio
Palabras obligatorias: carpinteros, nominal, subían, hemos, suerte.
En mi familia ha habido muchos carpinteros: mi bisabuelo lo era, muchos tíos lo eran y mi abuelo Juan lo ha sido. El valor nominal de su jornal, por supuesto, no era el mismo: antes se cobraba en reales; después, en pesetas, y ahora, en euros. En un principio, las maderas y el resto de materiales se subían a mano, pero más tarde con máquinas que lo elaboraban casi todo. Ni mis primos ni yo hemos heredado el oficio, aunque me alegro mucho de conservar herramientas que datan de finales del siglo XIX. Para mí es una suerte tenerlas y en buen estado. Creo que los oficios se están perdiendo. Por lo que me cuentan, el tiempo está cambiando mucho y rápido. La fábrica de mi abuelo estaba cerca de mi casa, y como mis padres trabajaban, pasé mis dos primeros años allí, junto a mis primos, tíos y abuelos, entre serrín y muebles.
Relato de Álvaro
Palabras obligatorias: tratado, actividades, historia, relación, número
¡Hola! Me llamo Bob y soy un mago. Sé que hay muchas historias de magos, pero esta es diferente porque… porque, bueno, el protagonista soy yo. Vivo en uno de los pueblos que pasaron a la historia por tener una maña relación con los antimagos, una especie de hechiceros que dominan un poder llamado “antimagia”. Una vez dicho esto, creo que debo presentaros a mis familiares y amigos. Kevin es mi mejor amigo desde la infancia, aunque es un poco raro: está obsesionado en vigilar a la gente. He tratado de convencerlo de que no lo haga, pero no hace caso. Nabora está amargada y disfruta viendo telenovelas, pero tiene buen fondo. Mi madre siempre se está moviendo, como el compañero que se sienta en clase detrás de mí (guiño, guiño), mientras que mi padre es más tranquilo; si bien cuando se enfada da más miedo que el diablo enfadado. Con los personajes secundarios no me voy a entretener, que no interesan casi a nadie. En cuanto a la magia, hay diferentes tipos. Yo poseo, al igual que mi madre, la telequinesia, que más que magia parece un superpoder. Por su parte, Kevin tiene la magia de la multiplicación y Nabora un dado mágico que, si lo tiras, cuanto mayor sea el número que salga, más potente será el ataque. Finalmente, mi padre es capaz de parar el tiempo. Todas estas habilidades sirven para muy diversas actividades, pero ya os daré cuenta de ellas en otro momento. Continuará…
Relato
de Ana M.
Palabras obligatorias: necesitan, cigarras, hobbies, suerte, intervienen
¡Hola, soy Lara! Estoy pasando la Navidad en casa de mis abuelos, pero lo mejor de la historia es cómo llegué aquí. Unos días antes de Nochebuena, como cualquier niña normal, esperaba impaciente a que llegara el día en que recibiría mis regalos. Pedí varias cosas que, con suerte, me traerían; sin embargo, no fue así: abrí el regalo y… ¡un libro! ¿Qué haría yo con eso? Además, no trataba un tema que me interesara mucho: iba sobre animales, animales tan simples como las cigarras. Lo que no sabía es que se convertiría en uno de mis hobbies favoritos. Mis padres, por motivos laborales, necesitaban pasar la Navidad fuera, en otro pueblo. Fuimos en tren y estuve todo el trayecto leyendo, tanto que ni yo ni mis padres nos dimos cuenta de que no me había bajado del tren. De repente, no los vi y me asusté; ya era demasiado tarde. Afortunadamente, llamaron a mis padres para avisarles. Como la próxima parada se encontraba cerca de casa de mis abuelos, decidimos que me quedaría allí en las fiestas. La lectura me acompañó en Nochebuena. Mi abuela, que era escritora, intervino y me enseñó todo sobre la lectura. Todos esos días los pasé leyendo y divirtiéndome con las historias. Así es como tuve una Navidad llena de letras.
Érase una vez un antiguo habitante de Normandía al que le gustaba tanto escribir, que acabó creando un nuevo verbo, conocido hoy como jugar. Este ciudadano fue transmitiendo la palabra por la región hasta que llegó a oídos de la familia real. Como les gustó, quisieron conocerlo en persona, por lo que enviaron un carrusel a su casa, escoltado por dos guardas. Cuando llegaron a palacio, le conjugó el verbo a los reyes y, como estuvieron encantados, decidieron esparcirlo por toda Europa, África y Asia. Le construyeron, además, un templo para que inventara otros verbos. Después de diez años en el templo, convertido en monje budista, quiso viajar por todo el mundo para comprobar si su verbo se utilizaba. En efecto, pero, sobre todo, en el sur de Europa y en el continente africano; en Asia era frecuente en Tailandia y China.
Relato
de Erika
Palabras obligatorias: actividades, durante, acuáticas, meses, victoria
Había una vez una niña que, desde los cinco años, gustaba de practicar actividades acuáticas. Ella, durante meses, iba a nadar para entrenar para las competiciones, que siempre acababan con su victoria. Ella se convirtió en nadadora profesional e incluso ganó medallas internacionales. Viajó por todo el mundo compitiendo contra las mejores nadadoras. A la edad de treinta y seis años, cruzó el Estrecho de Gibraltar nadando. Muchos años después quiso cruzar el mar Mediterráneo, desde España hasta Italia. Cuando llegó a este país la recibieron como a una heroína. Luego se dedicó a entrenar a otras nadadoras profesionales. Ella hizo historia en el mundo del deporte con cincuenta y dos años.
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